Ya bajan por Afán de Ribera filas interminables de nazarenos de capa blanca. Un reguero de antifaces color burdeos que esconden almas anónimas, motores que cada día dan vida a calles y comercios y, por supuesto, a su Hermandad, toma una de las arterias principales del Cerro del Águila.
Es Martes Santo en Sevilla. La cofradía de El Cerro y, por supuesto, su barrio se echan a la calle camino de la Santa Iglesia Catedral para acompañar a sus venerados titulares: el Santísimo Cristo del Desamparo y Abandono y Nuestra Señora de los Dolores, a los que en un futuro próximo se unirá, si Él lo quiere, la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Humildad.
Un extenso recorrido de más de catorce horas les separa del que es el fin principal para toda cofradía, que no es otro que hacer estación de penitencia al templo catedralicio.
Hermandad puramente de barrio, con todas sus connotaciones. Excelsa muestra de que alegría y fervor desmedido no están reñidos con la seriedad propia de las cofradías de ruan y esparto. Contrastes de nuestra Semana Santa en una misma corporación.
Tras una larga jornada, pasada la medianoche, con la luna asomada a su balcón de forja para ver lo que al principio del día era un sueño, la cofradía vuelve a casa tras derrochar la Esperanza de un Barrio por la ciudad más hermosa del mundo, como diría aquél, sumida en el más profundo sentido penitencial, de la misma forma que ocurría cuando a las 11:45 de la mañana se abrían las puertas del templo ubicado en la calle Nuestra Señora de los Dolores y atravesaba su cancel la Cruz que guía los corazones del Cerro.
Así procesiona una hermandad de barrio, ejemplo de seriedad y buen hacer. Así vive su Martes Santo el Cerro del Águila, que acompaña en el Dolor a su Madre y reza porque Su Hijo nunca los abandone.
Pepe Cruz
@desemanasantabl
Fotografías: José Manuel Morán
No hay comentarios:
Publicar un comentario